jueves, 28 de noviembre de 2013

La felicidad no es un sentimiento, es una decisión.

Se dice que “La felicidad no es un sentimiento, es una decisión”, es decir, nosotros podemos decidir si ser felices o no.

Me han ocurrido muchas cosas desde mi última entrada y tengo que reconocer que un cambio radical de actitud me ha servido para traerme muchísimas cosas buenas.

Si que es cierto, que he pasado un mes bastante malo, en varios aspectos, pero que poco a poco y con la mente fría me he dado cuenta que hay cosas que es mejor dejarlas marchar y otras, las cuales abandonamos y que no debíamos haberlas apartado de nosotros.

El tiempo no es lo que nos cura, sino nuestra actitud ante los problemas, el saber afrontarlos, el tener la suficiente valentía aunque nos duela de buscar una solución.

Decidí coger el toro por los cuernos, decidí empezar a valorarme, decidí sonreírle a la vida, simplemente decidí volver a ser lo que yo era, una chica feliz con lo poco o mucho que tenía y tengo. Así la vida me esta contestando. Tengo unos amigos los cuales me han escuchado, me han animado, han conseguido abrirme los ojos y sobre todo y lo que más valoro, han conseguido hacerme reír y de verdad. Tengo una familia que aunque discuta con ellos mucho me han apoyado y a pesar de la dureza con que me hablaba mi madre, porque es lógico que le duela, me ha servido para darme cuenta que lo malo o negativo tenía que quitármelo de mi vida y empezar a vivir.

Me he dado cuenta que según actúes hacia los demás en esta vida, ella misma te recompensa, te da lo que mereces. Intento siempre dar lo mejor de mi, aunque haya gente que no lo sepa valorar o no lo vea, no sólo para recoger lo bueno que me dé la vida, sino para tener siempre mi conciencia tranquila.

La verdad es que no esperaba que llegase tanto bueno en estas semanas. Lo más sorprendente es que reconozcan un trabajo bien hecho (aunque más que trabajo es un hobby, el mundo de la fotografía). Disfrutar cada fin de semana con los míos, ver que ellos son felices porque yo también vuelvo a ser feliz y a ser yo.

Dicen que las etapas buenas duran poco, así que…yo sólo le pido al de arriba que me dosifique tanta felicidad y tantos momentos buenos, que me deje saborearlos, sentirlos, que sé que me queda mucho bueno por venir, porque voy a luchar por conseguirlos, cueste lo que cueste. Y si vuelvo a caer quiero seguir teniendo la suficiente valentía, capacidad, fuerza y ganas como hasta ahora para seguir levantándome, porque si algo va en mi personalidad es la capacidad de lucha que llevo en mi interior.