miércoles, 1 de agosto de 2012

Una mirada perdida….

Una mirada perdida en el horizonte, visualizando los placeres del campo, una mirada intentando buscar aliento, fuerzas, buscar aquello que tiene perdido.

Dicen que la mirada es el espejo del alma, y que cierto es. Cerrar los ojos e intentar visualizar todo aquello que nos hace sacar mil y una sonrisa, que nos hace estremecernos, pero esa sensación desaparece por completo, apretar los párpados muy fuertes y sentir esa impotencia, esa desilusión y esa amargura de esa mirada perdida buscando esa alegría.

Al abrir los ojos y seguir mirando al horizonte, la visión se nubla, se cristaliza inundando esos dulces ojos de lágrimas que corretean por las mejillas como si fuesen manantiales. Esos ojos juguetones, vivos, alegres, expresivos, llenos de fuerza han perdido todo su sentido y todo porque alma y corazón cansados se unen para dar esa expresión a la mirada.

Una mirada se cruza, una mirada tierna, dulce, bella, una mirada maternal, que lo único que dice a esos ojitos inundados de lágrimas es: “no sufras, yo estoy contigo y vamos a conseguir juntas que esa mirada juguetona vuelva a brillar, a transmitir viveza, devolver a esa mirada triste esa felicidad que tenía”.

Volver a cerrar los ojos y sentir esa paz, esa tranquilidad, esa protección y seguridad de que todo se va a calmar. Ese llanto poco a poco se calma, dando lugar a una mirada de esperanza, a unas mejillas sonrojadas de tantas lágrimas que han correteado por ellas y a una media sonrisa en los labios.

Volver de nuevo donde se encontraba esa mirada perdida en el horizonte, visualizando ese maravilloso paisaje y decirle al alma y al corazón que pronto esa mirada sólo brillara de viveza.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario