domingo, 27 de mayo de 2012

…Marfil y Oro…

Cierro los ojos y visualizo una tarde de San Isidro, fecha que recuerda mi mente con unas pinceladas de alegría, viveza y nervios. Era un 18 de mayo para ser más exactos.

Desde hace mucho tiempo mi corazón y mi mente se ponían de acuerdo, decían que esa tarde iba a ser tuya, de corazón lo sentía y de mente lo imaginaba.

No llegaba la hora de irme a verte a Las Ventas, estaba como un flan, sólo tenía deseos de poder disfrutar de esa tarde cerca de tí, viendo cada capotazo, cada quite, cada mirada serena en el ruedo, cada gesto de preocupación por algo que no te gustase, cada muletazo y esa estocada que pudiese darte dos orejas.

Eran las 18:30, ya dentro de la plaza muerta de nervios por ir al Tendido 7 donde tenía las entradas. Una pequeña brisa corría, ya sentada en la plaza miraba el reloj a ver si daban las siete de la tarde. Pasaban los minutos y desde lejos clavé mi mirada en ti, marfil y oro era tu traje, te sentías radiante bajo el sol de aquella tarde.

Llegó la hora de enfrentarte al primer toro, mirada serena clavada en chiqueros mientras yo miraba al cielo pidiendo al sol que no se fuese y que ilumisane tu faena. Gritos, abucheos, mal estar de la gente, cerré por un momento mis ojos intentando transmitirte con mis pensamientos tranquilidad, serenidad, ni el primero, ni la brisa jugaban en tu ventaja. Impotencia sentía el tener que escuchar aquellos abucheos y el verte a ti delante del toro, intentando lidiar de la mejor manera posible. Al final todo se quedo en un primer intento pero había esperanzas para tu segundo de la tarde.

Lidiaron tus dos compañeros. En el segundo toro de la tarde, Las Ventas desprendía un olor a México y en el tercero una brisa fresca de Segovia llegaba a nosotros.

Con una mirada nerviosa te buscaba por el callejón intentando ver tu rostro, tus gestos, miraba a la vez con los ojos llenos de rabia a esa gente que te abucheaba y diciendo para mis adentros que ojalá se viesen ellos delante de un toro, con factores que no ayudaban aquella tarde a ver como se sentían ellos. Volví en sí y volví a mirar al cielo pidiendo con fuerzas que ese cuarto de la tarde saliese fuerte, bravo, con raza, que embistiese.

Tampoco hubo cuarto toro, tampoco pudiste lucirte en él, lo intentaste, ganas no te faltaron para ello. Puedo asegurar que al matar al cuarto de la tarde cerré mis ojos, respiré hondo y me salió una sonrisa de orgullo, no existía en mi cabeza esos abucheos, esos gritos, en mi mente sólo había aplausos para ti.

Al terminar la tarde salí de aquel templo llamado Las Ventas, con una sensación satisfactoria, había cumplido mi promesa de ir aquella tarde a verte, de poder apoyarte, aplaudirte, intentar transmitirte paz, seguridad.

La tarde no te acompañó, pero yo tengo que darte las gracias porque aquella tarde para mi fue muy especial.

 

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NOTA: Cualquier torero se merece nuestro respeto, unos pueden gustar más o menos, pueden hacer buenas faenas o tener rachas en el mundo del toro malas, pero hay que saber que todas las tardes se juegan la vida en una plaza y eso es de mérito y valor.

He de reconocer que tengo debilidad por este torero, le he seguido desde sus inicios, ha tenido rachas buenas y malas, pero no sólo le valoro en el mundo del toro, le valoro como persona.

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